1. Hambre de madrugada Contaban las leyendas babilónicas que el ruido de los bichos nocturnos era el canto de los demonios de Belcebú que susurraban a los hombres hasta volverlos locos. Durante aquellas horas cubiertas por el manto de la muerte los cazadores más voraces disfrutan de la caza y se vuelven más fuertes para atacar a sus presas. Milenios de estar cada vez más cerca de sus enemigos les ha hecho ver su fragilidad: cuando ellos tienen hambre de madrugada pueden llegar a perder la noción del peligro.
2. Tú duerme Tú duerme que yo cuidaré de ti, Tú duerme, que buscaré siempre la forma de que nada te despierte porque no hay nada tan relajante como verte dormir, Tú duerme, así tan tranquilo y tan fluido, tan cansado y soñador, Tú duerme, porque a veces me gustaría ver tus ojos pero sé que si supieras que estoy aquí y que no me puedo ir, no podrías volver a dormir así.
3. Huéspedes de alimentos Esta noche he vuelto a preparar pavo solo para mí y he visto brotar de las llamas del horno aquellas miradas clavadas en él, las mismas de la última vez. Me he quedado a observarlos más detenidamente y ellos al verme han estropeado mi horno. Entre nubes de humo he sacado aquel puerco pavo y he buscado como loca aquellos seres horripilantes. No he hallado nada, así que he estado comiendo como loca porque aquella vez por miedo tiré el pavo y me quedé sin comer unos días como castigo por mi cobardía. Casi al terminar me he percatado que estaban dentro del pavo, espero haberlos masticado bien.
4. Transmutación del jarro En la quema de brujas siempre se buscó callar las voces de las sabias, de las mujeres que buscaban la verdad a través de la magia. Ellas encontraron la forma de burlarse de los creyentes en aquellas quemas y escupirles en los rostros más que nada porque sus cuerpos eran en ese entonces un amasijo de odio y alaridos aterradores, era un frenesí de maldiciones y abrumadores actos infernales. Ellos sólo lo entendieron siglos después cuando haciendo memoria de todas las chozas revisadas se dieron cuenta que en cada una de ellas había un jarro encendido en la hoguera con una sopa de aroma delicioso, una sopa que parecía de sus víctimas: ojos, manos, pelos y sangre. Lo que nunca supieron es que eran ellas y que cualquiera que oliera ese caldo quedaría enamorado de una bruja para siempre.
5. Usurpador de nidos Los pájaros dentados tienen jerarquías viles y métodos para matar al más débil fácilmente. Sin piedad avientan al polluelo enfermo a su muerte y despellejan a los otros si no hay alimento cerca. Los cuervos pueden recordar un rostro durante toda su vida y por ese tiempo los persiguen hasta verlos morir. Cuenta la leyenda que una vez un guacamayo sustituyó al hijo de una madre cuervo y ella se dió cuenta por ello, pero lo dejó vivir. Al crecer el guacamayo con sus plumajes coloridos intentó imponerse ante su madre y mientras ella dormía zangoloteó su cuello hasta destrozarla. Él había aprendido de la que crió toda la parvada, de la matriarca de los cuervos y aún como tirana fue vengada: la parvada sabía que el único traicionero sería el que olvidaría el rostro de su muerte.
6. Parásito de moluscos En los océanos las creaturas más extrañas renuncian a sus cuerpos tras encontrar los parásitos más asquerosos y deformes de las aguas. El parásito de moluscos es un huésped tal que crece en el interior de su víctima quemando con una baba ácida sus organos y tejidos. Pudriéndolo por dentro y causando un hedor nauseabundo en las profundidades. Aquel olor puede causar curiosidad en los alrededores y el cadáver aún fresco parece presa fácil para los depredadores, es así como el parásito plaga fácilmente las zonas y causa la muerte de las especies cercanas. Sin darse cuenta aquellos animales ya están portando esta amenaza mortal.
7. Plaga del cansancio Antes de soltar la plaga del cansancio las urbes se aseguraron que los jóvenes creyeran que estaban agotados, que no tenían ganas de vivir, ni de trabajar. Esta plaga fue liberada para controlar la sobrepoblación y le hizo perder a los jóvenes aquella energía que les quedaba, ya que la plaga quemaba todos los nutrientes de sus cuerpos. Al no tener nada que metabolizar todos comenzaron a caer en las calles de hambre y sueño, y sin un quejido siquiera su muerte pareció una salida indolora a aquel sentimiento de vacío que les fue impuesto.
8. Camuflaje estelar El camuflaje es una forma de esconder quiénes somos, de crear una nueva identidad, perdida de las miradas y hecha con la forma de nuestras ideas. El camuflaje de esta creatura viene de su admiración al cielo, es una forma de tocar aquello inalcanzable, de cubrirse de sus sueños estelares. Ingenuo admirador de la noche se alimenta de los cuerpos de cualquier ser que se acerque a la playa a perturbar su contemplación de los astros.
9. Fusión de la fosa Los científicos siempre han tenido la manía de querer encontrar la perfección en la ingeniería genética y en su afán han logrado desarrollar especies aterradoras. Una de estos seres ha sido el blob fish, pez que fue creado como un espécimen basado en un pez y en un hombre, encerrado en los confines de las profundidades con otros adefesios de la creación humana. No bastándoles a estos científicos con esta creatura recogieron los restos y todo aquel ser infernal de las fosas y comenzaron a mezclar la vida y la muerte en un esperpento titánico, en una especie de leviatán aterrador que cuidara los límites entre las aguas y los infiernos subterráneos.
10. Muerte natural ¿Qué más me queda que decir que fue muerte natural? Si cada noche busco en mi granero y no lo veo o los veo porque sus gritos y aullidos vienen de todos lados y al encender las luces se callan, y al apagarlas después de unas horas vuelven, si cuando las dejo prendidas sin supervisión quiebran los focos y durante la madrugada los escucho en mi habitación dejando los huesos, a modo de tributo. No sé si lo hagan por hambre o por caza pero desangran a mi ganado enfermo y lo despedazan vivo, a veces parece como si las chivas muertas me miraran, como si desde su agonía buscarán mi cariño y mi permiso para irse al infierno, para abandonar su sangre en las montañas y dejarla correr entre las cosechas.
11. Homo homini lupus: bonsai Cansados de los animales decorativos, los perros falderos y la vacía compañia de las plantas y de sus estúpidos amigos interesados, los nuevos ricos comenzaron a coleccionar en sus hogares fetos. Estos fetos, abortos de clases tanto altas como bajas, los conservaron vivos en unas peceras, a modo de bonsais: de algunas partes los desmembraban, de otras los dejaban crecer o quemaban, según criterios estéticos propios y según el ánimo y sadismo de sus dueños. Muchos prefirieron esta práctica a tener hijos, en especial porque el mundo comenzó a rechazar a la humanidad mediante gases tóxicos y la única forma de salvar entre comillas la humanidad fue manteniéndola en estas pequeñas formas encerradas en sus burbujas.
12. Estuve soñando esta noche una vida entera Te vi hace tantos años que he perdido la cuenta, te llevaste todo lo que quería en esta vida y por ello te busqué alrededor del mundo, esperando matarte. Me juzgaron loco y te llevaste a mis mejores amigos a tus fauces, dejaste mis mares muertos ¿Qué quieres de mí? Hambreado pero furioso, extásico, vengo hoy a terminar lo que empecé. Ballena serpiente leviatán hoy serás derrocada de tu milenario trono, no volverás a ver la oscuridad en que te cubriste para atacarnos aquella noche porque no te perdonaré lo que hiciste y aunque muera te llevaré conmigo al peor de los avernos.
13. Amigo imaginario Cuando él me decía que tenía un amigo imaginario yo creía que era un unicornio o un dragón o qué sé yo, la verdad desde los dibujos me comencé a preocupar. Él me decía que a las 3 de la mañana, él lo visitaba todas las noches para jugar con él, al principio creí que sólo me quería asustar, pero poco a poco fue teniendo menos sentido todo. Decidí poner en su habitación una cámara para cerciorarme que no fuera nada peligroso para él o una enfermedad psiquiátrica. Cuando llegó la hora pude ver en la puerta de habitación una silueta siniestra y mi hijo aterrado. Al ver la cámara la apagó.
14. Distorsión del espacio-tiempo El tiempo es en realidad sólo una consecuencia del espacio, en términos estrictos no existe como tal. En cada punto del universo los eventos suceden dependiendo de las macromasas y la percepción del tiempo cambia con ellas. Los agujeros negros absorben toda masa y energía hacia ellos pero al absorberlas se deforma el tiempo-espacio de la realidad cercana. A mayor masa el «tiempo» sucede más lento y a menor más rápido. La serpiente de materia negra logra deformar el camino por donde pasa. Los estragos que realiza van desde succionar todo a su paso hasta desordenar el tiempo de los sucesos, al aumentar la fuerza de gravedad a veces llega a realentizar el tiempo y a deformar las placas tectónicas o las olas de los mares o la velocidad del viento causando terremotos, maremotos y huracanes. Por su velocidad pocos pueden percibirla como serpiente, más bien aparenta ser parte de los paisajes.
15. Psiquiatría de raíces La mejor forma de remover los traumas es removiendo todos los recuerdos de la infancia y reiniciando las funciones corporales de los miembros afectados. Es complicado llevarlo a cabo porque se pueden fragmentar las ordenes que se estaban ejecutando y algunas células podrían continuar con la orden original y otras con la nueva orden reiniciada. Esto podrá desarrollar una reacción en cadena que confundirá a los glóbulos blancos y rojos, y los hará dudar de a quién atacar, creando un Estado de anarquía. La cura a través de la palabra es el método más efectivo pero este es más drástico y divertido para mí.
16. Camuflaje de vidrios Los vidrios son un velo de luces que se esconden en las montañas al acecho. Entre las aguas cristalinas de los bosques se diluye su filo hasta cubrirse de los cuerpos fríos que la muerte le trae y empañarse de las entrañas de aquellos peces, navegantes de los ríos, atrapados por doquier en una especie de fosa transparente y misteriosa. Aquella figura de vidrios aviva con su armazón la fuerza de los soles radiantes y camuflada entre las llamas caza velozmente mientras mira arder los pinos tras su reflejo diáfano que calcina las pieles de sus víctimas, bestias malditas, destinadas a perderlo todo: sus hogares, su familia, su alimento y su vida. Los restos se vuelven abono y recuerdos de los tiempos en que las tierras descansaron de la vida.
17. Incubador pariendo En el sufrimiento las batallas del cuerpo se pierden y los parásitos proliferan. Espero el día en que nazca de aquel vientre el odio que me carcome, las náuseas que me marean hasta tumbar mi cuerpo y me hacen arrastrarme en mi propio vómito aún sin haber recuperado la cordura, estando en la agonía del comelón de festines que no puede dejar masticar: aquellas tripas y carnes del suelo son mías y aun así ellos me fuerzan a devorarlas fervientemente, como si fuera un ritual de sangre, un sacrificio sagrado para sus crías, he de decir que esos huéspedes tienen más ansias de vivir de las que yo he tenido desde que fui olvidado por las calles que me criaron.
18. Mutación de ganado ¿Quién lo diría? Las células de animales al fin y al cabo lograron combinarse con las nuestras, el resultado fue glorioso. Al descubrir que se podía los japoneses anunciaron al mundo una investigación interesante: “Células de animales son utilizadas para reconstruir órganos humanos”. Sonaba muy bien, de verdad. Lo que yo no entiendo es como eso terminó en aquella cochinada. Nada como mezclar en México, nuestra herencia cultural nos entregó el mole como ejemplo divino de que nacimos para hacerlo. No por nada la cocina tradicional es conocida como una de las mejores del mundo, pero hay límites, cosas que nunca debieron existir, entre ellas los tostilocos, las micheladas, los panditas (bebida de todos los refrescos) y esta lata cúspide del ingenio mexica. Al principio solo se utilizaba la mezcla de genes para operaciones médicas, después las grandes empresas con su capital y avaricia implacable comenzaron a idear usos hipotéticos para el sector alimenticio que maravillaron a diversos países. En teoría era necesario y el hambre se reduciría casi de forma inmediata. La práctica fue muy extraña: se dedicaron a combinar el ADN humano y el ADN animal con una serie de estupideces. Fueron años completos de investigaciones hasta llegar a crear de manos de trasnacionales y gobiernos una bebida que lo tuviera todo: las proteínas, vitaminas, grasas, carbohidratos y nutrientes completos necesarios para sobrevivir un día entero. Las competencias internacionales tuvieron que aliarse para poder sobrevivir lo que conllevaba esta amenaza mundial, pues no había alimento alguno que compitiera. Cada persona del mundo sólo requería de una impresora de fluidos, de sus deseos y de una lata. La computadora se encargaba de codificar el ADN para dar un sabor ideal, podías combinar el sabor de una pizza, con el de una limonada y al saborearse la lengua podía identificarlos como diferentes componentes, esa fue la magia: no era como agarrar distintas comidas y echarlas en la licuadora, sino como si comieras todo a su tiempo.
19. El calorcito de la playa Hace un tiempo fui con unos amigos a Maruata, una playa escondida en Michoacán. Es uno de esos lugares donde las cadenas hoteleras llevan décadas tratando de entrar, pero que no han podido gracias al esfuerzo de los lugareños que se han opuesto repetidas veces. Es un sitio que muchos podrían tachar de pueblito, tierra sin tecnología, porquería sin medios de comunicación o un espacio para conectarte con la naturaleza. Estuvimos formados por horas en un pinche teléfono piteado, el único ahí, para poder decirle a nuestros familiares que ya habíamos llegado y aparte el viejo carero daba como a 10 pesos el minuto. Chales, fue nuestra primera palabra al llegar pues los lugareños por ser monopolio todo cobraban los culeros, hasta por acampar en el lugar más deforme e inseguro. Al armar la casa de campaña nos percatamos que el calor sería asfixiante. Me desperté en la madrugada empapado de sudor y con ganas de ir a orinar. Al salir de la casa de campaña sentí una brisa que por el cambio drástico me pareció helada. Caminé un rato para buscar un lavabo para lavarme las manos, sólo había pilas todas marranas, mejor me las remojé en el mar, todo estaba oscuro, no había luz eléctrica en ninguna parte, sólo me guiaba por la luz del celular hasta que se apagó. Entre las tinieblas y en la lejanía pude percibir una llama, al acercarme pude verla crecer paulatinamente, ya a unos pasos me escondí entre unas rocas. Alrededor de la fogata había unas cuatro personas que recitaban frente al fuego. Del fuego surgió algo así como un espejismo siniestro, cuya intensidad fue evaporando las olas y rostizando los peces. Los lugareños corrían despavoridos mientras los turistas eran quemados por él. Sus ojos parecían caerse de la desesperación al percatarse que sus chozas y sus miserables negocios eran calcinados. Los invocadores de aquel ente parecían disfrutar la masacre, orgullosos. Debieron haber sido inversionistas que sólo querían vaciar las tierras. No tenía nada de raro pero ¿Para qué chingados el monstruo? Con un incendio bastaba para destruirlo todo ¿Dónde quedaron las buenas costumbres?
20. El Sobrino Una noche muy triste estaba mi hermano esperando en la sala del hospital, desesperado, de un lado para otro, con el corazón acelerado. Tomaba agua y luego iba al baño, en el baño hacia bolas las hojas del papel mientras sus manos temblaban ¿Acaso él sabía algo que nosotros no? Se lavaba las manos una y otra vez y mojaba su rostro, se veía en el espejo y se iba y volvía y no sabía después de tantas horas ni qué hacer, todas sus poses eran de incomodidad. Poco a poco fue contagiando de su impaciencia a otros y la sala se fue llenando de gritos y reclamos, de miradas rápidas y parloteos de urracas. El sillón en el que él estaba fue viéndose cada vez más descarapelado “¿Qué chingados ganas haciendo tanto alboroto? Todo va a salir bien” le decía mi madre. Total que ahí estábamos todos, habíamos invadido aquel lugar, abarrotada como cuartel la sala parecía no aguantar ni un ser más, con todo y la heráldica de la familia esperábamos desde hace días. “¿Por qué no sale?” preguntaba mi padre. Yo sólo escuchaba a mi hermano pensando, casi como si gritara, como si se le desbordaran las palabras por los ojos, por los oídos, por el sudor, era como si estuviera dentro de mi mente vociferando “Que se muera” “Que se vaya a la mierda” “Que se pudra” “Yo no quiero a ese adefesio”. Era como si estuviera poseído, como si el odio estuviera corroyéndolo desde adentro. ¿De dónde emanaba aquella aura oscura de maldad, tan inhumana? Cuando nos llamó el doctor, nos advirtió que era algo horripilante lo que había pasado. Mi hermano dijo que sólo quería que pasáramos él y yo. Al entrar vimos a su esposa ensangrentada pero todavía viva, junto a ella un bote de basura atascado de gasas. “Nos tuvimos que llevar al sobrino” dijo la enfermera mientras corría hacia otra sala, yo fui tras ella y en una incubadora pude verlo, tan indefenso, sin una sola extremidad, conectado a una tenaza, “es un mecanismo de supervivencia, ninguno de los padres lo quiso, pero aquí lo cuidaremos bien, no te preocupes” me dijo el encargado.
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